domingo, junio 25, 2006

sobre el tiempo, las memorias y los negocios

Cada vez pasa más tiempo que yo debo estar ausente de este blog. No es porque ya no quiera escribir, ni porque estoy en una clínica de rehabilitación, ni (como dijo alguien) porque comencé a creerme demasiado bueno para ustedes, mis lectores.

Bueno, vamos por partes: quiero seguir escribiendo, así que de eso no deben preocuparse. No estoy en una clínica de rehabilitación, puedo dejar de oler acido tartárico cuando quiera. Y si, soy demasiado bueno para todos ustedes, pero no por eso voy a dejar de escribir. ¿Ustedes son así? ¡Qué feo eso! Por eso soy mejor que ustedes.

La verdad es que estoy ocupado y casi no tengo tiempo para contarles de los tiempos de ocio que me sobraban cuando pertenecía a la aristocracia criolla. Aaaaa, que tiempos aquellos, sentado en la huerta de la casa de la familia Echenique. ¿Les conté de la familia Echenique? Era una familia que se llamaba Echenique. Tenían una casa. No se mucho más de ellos porque ya estaban todos muertos cuando yo tomé posesión de la casa. Y no me refiero “tomar posesión” como cuando uno “toma posesión de la hermana de tu mejor amigo mientras él planea tu fiesta sorpresa de cumpleaños”. No, posesión como “caminaba por ahí, no había nadie, entré y me instalé en la huerta”

Era linda la casa, tenían un chivo. Yo lo llamé Asno, en honor a un tío. Tenía al chivo trabajando de podadora del pasto, lo que es un buen negocio porque me ahorré de contratar a Juan o Pedro o Raúl o como quiera que se llamara el “cholo” que pasaba por la casa pidiendo trabajo o licor. Bueno, digo “cholo” porque así los llamábamos en ese entonces. Después los llamaron “indios de mierda” y ahora hay que decirles “buenos días, Señor Presidente”. En fin, cuando Asno (el chivo, no mi tío) comenzó a comerse la coca que estaba plantando, me lo comí.

En fin, no he tenido mucho tiempo para contarles de los nuevos negocios que estoy comenzando. Ya lo haré cuando cuente con unos minutos extra. Eso puede ser cuando los frutos de mi labor me den suficiente plata para relajarme o cuando me permitan usar un computador desde la carcel.

sábado, junio 10, 2006

sigfried

Fade-in. Música clásica al fondo, en el centro de la toma una vía desértica con el fondo sepia. El va en un jeep viejo, muy viejo, escuchando con audífonos música que no se escucha. Tiene una camiseta que dice "Deep Pimple" y está toda raída. Calor, intenso y asfixiante. Lo toman a él, y a ratos al jeep, y a ratos a las burbujas que se hacen en el camino con las imágenes y a él y al camino de nuevo.

Hay muchas tomas que se repiten y vuelven a venir, no paran de repetirse, hasta que la música clásica sube de volumen hasta un nivel casi insoportable, las imágenes rotan sin sentido que duelen y él se despierta. La cámara está a 25 metros de su cabeza en una cama gigante, y él es un punto púrpura en su alcoba. Son las 02h45 de la mañana y Sigfried es un mar de pensamientos abruptos, inconclusos, fragmentos de cosas que pensó y que sin terminar se van. Son letras que se confunden en sus pensamientos formando palabras, frases sin sentido como : "Una vía", "Que rica tu abuela", "Amo amar", "Odio los martes de verano jugando Monopolio". Vuelve el Sepia y rápidamente la cámara baja como si fuera a chocarse con su cara. Se para 3 cms sobre su nariz y capta, imperceptible, como una lágrima empieza a salir de la parte interna de cada uno de sus ojos y recorre las mejillas, las funde con su calor, el humo se esparce y brota sangre, dolores difusivos intensos que le muestran que hoy es el día.

Una cámara en su bota inicia el recorrido, pasa rápidamente por charcos, caminos de tierra, autopistas desoladas, arcos de fútbol, redes de Ecuavoley, hasta que cae fulminado, con los ojos abiertos y sin parpadear, cae fulminado. Soundtrack: Purple Rain de Prince, a full. Lluvia y relámpagos en silencio... la música va bajando su volumen y el se despierta de nuevo, esta vez sentado en una silla y atado los pies y manos. Abre los ojos y paf, le cercenan un dedo y mientras mira en cámara lenta como éste abandona su cuerpo y siente como sus ligamentos se despiden de los principales, su presión baja y rompe todo lo interno, una serpiente invade su cabeza y grita, como si fuera el final del mundo: "Naftaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!". Nafta apaga el simulador, le saca su casco, se acerca y le suspira, "2-0, me prestas a tu ñaña".

wiz.