viernes, diciembre 25, 2009

Las gotas

Ciento catorce años atrás estuve en el Titanic, y ví como las gotas de lluvia inundaban mi embarcación, el "Naftilus", que luego sería inspiración de muchas películas y marcas de desodorante como Roll On, Nike y Ariel, el detergente seductor .

Voy recordando sobre este malecón oscuro como jugaba a las canicas con gónadas masticadas de cerdo, como abordaba trenes y lanzaba a las señoras en sillas de ruedas y entrenaba hurracas parlanchinas para vivir. Sí, recuerdo a Hurrín, la hurraca apurada, o Hurrón, la hurraca dulce. También recuerdo a Hurracán, la que volaba más rápido. Qué tiempos aquellos!, donde creía que podía tapar el sol con un dedo, y le arranque el meñique a Hurrtado, mi parlanchín ladrón. Igual ojo por ojo, diente por diente, dedo por dedo. Le arranque el dedo y ella presionó el botón de autodestrucción de mi embarcación, el "Naftilus". Siempre creí que era porque me choqué con un arrecife de guacamole en el Mar.

A propósito, saben quién sería un genio? El que limpie el Canal de la Mancha. Ese sí. Uffff. Geniezazo!! Papáaaaaaaaaa - bueno. A mí me dijeron que con Ariel se podía.

Naftilus - y con esto termino - fue el testigo fiel de mis dieciocho primeros zambullidos en lava. Así es, tenía un aditamiento especial que lo aislaba del fuego. Al menos eso me dijeron cuando le pusieron teflon abajo. Me dijeron claramente (lo recuerdo como si fuera hace como 43 años atrás): "Le instalamos teflón y luego Ud. siempre lo lava". Y yo me fui donde había lava. Y bueno se quemó, yo los demandé y me dieron de premio como 14 casas de campo, 125 ventanas y un disco de Sandro, el Inmortal Salvaje.

Odio manejar con lluvia. Pero a veces uso Ariel, el seductor inmortal que lavaba a Naftilus. Snif.

domingo, noviembre 29, 2009

29

Amo las piscinas en el piso 29. Ayer justamente tenía una agradable, pero no menos aburrida conversación con humanos. Todos ellos potenciales fuentes de canapés. Así es. Es que yo no estoy con huevadas. Piso 40, piso 50, piso 1357 (mil trescientos cincuenta y siete). Yo amo el piso 29 y una piscina, dorada por el sol. Ahí, en el epicentro mismo de la acción piscinística y clorífera, ahí, donde por primera vez disfruté de un rayo de sol, el cual me causó quemaduras de decimo séptimo grado, el cual, fue a su vez la primera vez que me fui al hospital de Transilvania y como era de día me persiguieron las polillas y Kulbi, mi amigo fiel, me traicionó, por eso no hablo de Kulbi.


Bueno, Kulbi era un amigo fiel y nació hacia el año 1357, después de la caída de su mamá, que prácticamente lo parió de una puteada. Kulbi nace, crece, se reproduce y yo lo caigo golpes como 153 años después. Y me traicionó y yo tuve quemaduras, pero al final, yo perdoné a Kulbi, y el me regaló mi piscina, y lo ahogué con su vómito, como a Jim Morrison (pero ese no fui yo - si alguien dice algo yo digo que fue Kulbi)

sábado, octubre 17, 2009

Cibertropic

Hoy nada más les escribo para decirles que también estoy en Facebook, y en Twitter la siguiente semana. Qué pasa? Simplemente me siento solo. O me compré un iPhone. O reventó la fuente de mi alcance global.

Y al final, a quién le importa, si lo que sé es lo que yo conozco y si busco que las cosas tengan sentido son nada más expectativas que no se cumplen porque al final, cuando llegué a encontrar el sentido, se perdió el sentido. Por eso pienso que la gente debería tener 6 sentidos, incluído el del humor. Y dicen que las mujeres tienen otro más, el de la intuición, pero yo creo que es marketing para compensar el hecho de que, sea como sea, nunca tuvieron pipi.

Basta de antropomorfismos crueles, mejor me voy a hablar y a jugar con Logi mi nuevo murciélago.

Wiz

sábado, febrero 07, 2009

Y llegó febrero

Febrero llega revoloteando por la ventana. Como dulces notas musicales que penetran tu cerebro cuando sudas llegando a casa. Ahhhh Febrero!, como esas excursiones que hacía con Intrepid, mi águila voladora del sur. Y recuerdo que comentábamos los dos, Intrepid, viste que lindo es febrero, y él me decía "cuurpp cuuurp" que quiere decir, odio febrero hijo de diez mil putas, y yo le daba de beber y seguíamos escogiendo pelis.

Y como ese febrero en el que metí mi primer gol. Fue un golazo. El estadio estaba vacío y yo estaba solo, pero no hay nada que cinco botellas de ron y un limón no puedan hacer cuando tienes el uniforme de guardia de prisión en el closet y las llaves de tu último trabajo.

Es que los canarios son muy aburridos, las gaviotas huelen a pescado, las palomas a ciudad y los zapatos deportivos a camerino de indor fútbol. Las águilas voladoras son en cambio, lo máximo, son como el tope máximo de la evolución pajarística. Recuerdo que la primera vez que dije pajarística estaba jugando Scrabble con mi bisabuela, era el año mil algo y ella me dijo Naftita, esa palabra no existe, y yo le dije, No existe? No existe? Saqué un huevo con cal de esos de los ninjas, lo lancé al piso, pero se topó con el pie de mi bisabuela y sin querer le sequé el dedo gordo, por lo cual mi bisabuela ahora odia el Scrabble y la palabra pajarística, además de tener una fundación anti-ninja de la que ella es la presidenta. Yo, la verdad no creí que me odiaba tanto, pero cuando encontré a Intrepid, mi águila voladora, persiguiéndome y lanzándome guías de tv cable en la cabeza, entonces me dí cuenta de que las cosas iban en serio.

Una tarde sucia de abril, agarré a Intrepid descansando, era un oscuro callejón donde alguna vez casi me matan cuando perseguía a las polillas amaestradas, sí, esas de Panamá. Entonces Intrepid estaba mensajeándose con mi bisa y Plaf!!, le cagué su iPhone con mi arma letal de rayos ultramagnéticos, más conocida en el mundo del hampa como Bici y lo atropellé, hasta que me gritó "currrp, currriprrriiruuurrp", que quiere decir "para de atropellarme rapero hijo de treinta mil putas que no ves que tengo 14 strippers en mi casa", y desde ahí somos grandes amigos.

Recuerdo que una vez cuando estaba en un bar, en uno de esos donde uno dice, buena onda este bar, y el de la barra te dice, deja de estorbar y métete tu pincho de camarones por el culo, de esos bares. De esos donde está la tele para ver el fútbol y aparecen los momentos más apasionados del fútbol y crees que vas a salir tú, con tu golazo, con el público batiendo tu nombre en pancartas gigantes, con las barras gritando "Dame una N-- Eneeeee, Dame una A-- Aaaaaaa, Dame una F--- Efeeee", y te interrumpe el barman de nuevo y te dice, te paso vaselina vampiro hijo de puta no ves que estás estorbando al señor de la limpieza. Pero bueno son las 4 de la tarde, hace un calor de mierda y tú lo que único que quieres, lo único único, es que te hayan sobrado huevos con cal, o por último el soporte de las letras del Scrabble. O un crucigrama, o un ventilador. Es que el calor de febrero atonta y te deja en cámara lenta. Cuándo tendré un febrero movido, uno acelerado, como esa vez que iba en el auto de mi tío El Campeón, y me dijo Nafta no toque el acelerador y yo le decía no tío El Campeón, está todo bien, y me dijo, pero tenga cuidado, y yo le decía, tranquilo tío El Campeón, y el me dijo, te dije y yo le dije, qué me dijo, y el me dijo no me acuerdo y yo le dije, pero le dije que me dijera y el me dijo, si me acuerdo le digo pero tenga cuidado y yo le dije cuidado con olvidarse de decirme o quiere que le diga si me va a decir, y el me dijo que ya no le diga que me dijo o que no le diga nada y yo le dije que mejor me iba y él al final me dijo que ya me había dicho que le diga y que sabía que íbamos a decir lo mismo.

Mi bisabuela se olvidó de que me odiaba, el Scrabble tiene efectivamente un salpicón de cal, mi tío sigue siendo El Campeón y yo, yo me olvidé qué les dije. Creo. Y llegó febrero.

Wiz.