martes, octubre 24, 2006

Todo empieza en un día soleado. Han visto como las películas con final triste empiezan en un día soleado? es como quitarle la golosina a un chiquito cuando se la está comiendo, o como a mi tía Anafreda que cuando estaba comiendo se le caían los dientes en el vaso y salía corriendo a buscar la guía de teléfonos. Obvio. Si se te cae la dentadura lo primero que ves es la guía. Como su hermano, Polibio, que era guía, pero no de teléfonos sino de personas que tenían vértigo. Disfrutaba de los días soleados y de subir al piso 28 del edificio del lado de su casa. No había terraza- Tenía esos letreritos que decían "Voy xx días sin accidentes", una vez estuvo en cero y empujó a su novia del 28, qué chucha. No iba a tener cero.

Regresé de un viaje muy largo. Me fui por tierras lejanas donde la angustia reina y donde el dolor jota, cu, ka, as, 38 que no juega, ganaste, la ñaña, no quiere, los ñecos, hijuepucta, ya ya, da un trago, la jarraaaaaaaaa. Bajé muchas laderas y subí muchas colinas en días de sol, sudaba como si hubiera jugado un partido de fútbol con mis compañeros de colegio en el entierro del tío de uno de ellos. Qué chuchas, si nos vemos a los años, que nos suden los huevos si estamos de terno.

Y mientras caminaba pensando en qué iba a contarles no se me ocurría ninguna anécdota. No me pareció pertinente contarles de esa vez que estuve en el Mar del Norte podando bonsais en una plataforma petrolera. Pagaban bien, pero era un poco aburrido. Además, después de 17 años podando bonsais en el mismo sitio deja de ser chistoso que te escondan las llaves de la celda. O de esa vez que jugando al túnel me dejaron en una catacumba que luego la Municipalidad sellaría por 8 años hasta que sin querer encontraron uranio a pocos kilómetros y con los detectores de metales pudieron ver que estaba ahí. Obvio. Uno siempre lleva algún metal como para que si uno se pierde venga alguien con un detector de metales y lo encuentre. Simple analogía de boy-scout. No me parece muy divertida la vez que los encerré a mis alumnos (ah, fui profesor de grafología en Ucrania)- y encontré que en vez de estar gritando, todos escribían en las paredes y se analizaban entre todos (ah, eran mudos). Es que si uno ve "distinguido profesor de grafología- Instituto Mudinski de Ucrania", o sea, obvio. Además no me prestaron a la tía de uno que estaba bien buena. Qué chuchas, no hay tía, no hay mudos.

También fui elegido supernumerario del mes por McDonald's, fui padrino de la banda de sanjuanitos "el dedo gordo ya no tiene pus" y fui empresario artesanal del grupo de mujeres artesanas de Iquique, dedicándome principalmente a la venta de minas antipersonales activadas por voz. O sea, el producto era, o sea, que vos estabas caminando y la señora artesanal te gritaba "muere hijuepucta" y la mina te hacía pebre la mano y/o el brazo.

También aprendí a memorizarme números de tarjetas de crédito expiradas, marcas de atún y colores de teclas de piano. Fui el segundo premio en esquivar flechas en el velero "Martita" cerca de Cojimíes y salvé a un viejito de que no se ahogue en el mar cuando lo perseguía su mujer, conocida como la "Diva de la Teta Floja", conocida así por su habilidad de amarrarse los pezones en la espalda. Fui abanderado del Instituto Nacional #43 de Quito pero me echaron por creer que todas las palabras terminaban en F y además porque cantaba el Himno Nacional agarrándome los huevos, "aquí está su Cóndor", gritaba yo al final del Himno. Obvio.

Fui tragasables en una guardería y lanzador de orchata en una fonda; estuve de caballero en el baile de presentación a la sociedad en el Ejército pero el rato que salió una ex con otro caballero, le grité "te apuesto 20 lucas a que se lo chupas al viejo también!", claro eran hermanos y no entendieron el chiste. Obvio. Siempre se lo chupan.

Por último trabajé como organillero en la plaza de un pueblo, pero me dieron el turno del lunes a las 3 de la mañana. Era buena onda mi jefe, pero claro luego de 3 años que los mismos ladrones te robaron 87 organillos uno se empieza a preguntar si es que vale la pena seguir con el negocio. Por último gané "Puerta a la fama", pero cuando me la llevé a mi casa ya las tenía todas ocupadas, así que la eché en el inodoro, que no estaba ocupado, pero no entraba, y los llamé a los de la guardería, a los de la fonda, a los buenos amigos que estaban en el ejército y me organizaron una fiesta monumental. Eramos 400 invitados. Obvio. Si una fiesta es buena tiene que ser múltiplo de cien, y con un número distinguido: 100, 200, más o menos, 500-600, ladrón, putero infeliz, 1000, 1500!- narco, 300-400 distinguido señor que trabajó mucho.

Y el día soleado se fue, y los invitados no limpiaron ni una mierda. Yo tampoco, igual ni llegaron todos.

Wiz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

vero dijo...
CREO que padeces de
locura congénita
y CREO imperturbablemente en ella debido a mi aproximado diagnóstico,
por ello CREO en lo atractivo
de mirar tu locura
en lo profundo de tus pupilas
para después permitirte
profanar hondamente la mía…