sábado, febrero 16, 2008

Desempolvo la imaginación y abro mi diario de vida para contarte algunas cosas:

(1) Aprendí a enumerar cosas. Entonces cada vez que converso convenzo a mis oyentes con por lo menos 5 razones, todas ellas estúpidas, pero con un número lo cual le da más peso;
(2) Cuando yo enumero, enumero. O sea, no es cualquier enumeración. Como esa vez que le dije a una viejita que cruzaba por la calle: "le doy 8 segundos abuelita si se cruza al otro lado tapada los ojos". Duró 4. Es que yo enumero y bien rápido;
(3) La enumeración va generalmente de menor a mayor, es decir orden ascendente, pero también puede ir en orden trascendente. O sea, que si yo creo que pasar del 1 al 4 es mejor para la conversación, entonces vale. Referirse a nota anterior de viejita atropellada;
(4) Los números no pueden ser romanos. No le doy a la xenofobia, pero si a una prima que tenía ella que estaba buenísima y pensaba que "Fuck me I'm easy" quería decir que era la mejor amiga del mundo, yo le hice una que decía "Fuck me I'm easy at the happy hour" y se agarró un chancro abismal de 6 a 10. Nunca más la ví. La entrepierna purulenta le decían. Ni a la una ni a la otra.
(5) Por más que se enumere no se pueden repetir los números anteriores. Para esto falta un índice maestro que nos permita saber en qué número vamos. Y es por eso que no he aparecido tanto tiempo, porque he estado buscando la mejor manera de no perder la cuenta, y si uno no se acuerda entonces empieza de nuevo. Al final enumerar es como las mujeres, te dan 4 razones, ninguna válida y luego se olvidan y te dejan. Así son ellas, así son los números.

Voy a exponer un ejemplo de esta técnica milenaria de enumeración: "enumerus carpe noctem imodium" - que quiere decir aprovecha la noche enumerando antes de que te haga daño. Esta situación si bien es ficticia tiene mucho de real. Los nombres no se cambiaron porque mi imaginación está un poco sobrecargada de ideas y si me pongo a pensar en personajes termino agitado como mano de quinceañero (you know what I mean).

Ahí vamos: "Voy en el tren a Budapest, tengo un amigo que dejé allá y la verdad mejor que no lo veo al hijo de puta". Como ven, ese es un caso de enumeración cero. No existen razones, pero tampoco enumeración. Lo que sí se hizo hincapié es que el tipo es un hijo de puta, que nunca está demás.

Ah. Ok. Vamos ahora sí con otro ejemplo, pero CON enumeración. No sabía, no sabía. "Bueno, sigo en el tren de budapest, tengo un amigo que dejé allá y que es un hijo de puta. Les digo por qué:

(1) No me presentó a su hermana - odia desenterrar a sus parientes
(2) No me invitó a su casa - a su padre no le gusta que duerman las visitas con los parientes muertos
(3) No me dió de comer ni de beber - totalmente inescrupuloso. Es que es un hijo de puta malparido, hijo de un camión lleno de putas, degenerado, travesti felposo (más conocido como felpesti), y todo eso.
"

Si bien la historia carece de sentido, la enumeración hace que lo tenga, aunque al final, claro, el tipo es un hijo de puta, sea como sea. Y bueno, creo que el cuento estaba mejor sin la enumeración. Miren, la verdad la enumeración es una huevada. Enumeren si quieren, sino métanse por el culo los paréntesis con números o lo que sea. Me cansé de enumerar. Wiz-

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