miércoles, marzo 23, 2005

el cambio del milenio

No se por que me pongo a pensar en esto ahora. Creo que lo tenía en mi mente hace mucho tiempo y nunca se lo dije a nadie, así que era hora de escribirlo. Después de todo dicen que los blogs son una ventana a nuestra alma. “Si quieres saber quien soy, lee mis diarios" me dijo una vez la Condesa Von Brulisch, que se creía enamorada de mi. Me lo dijo cuando se enojo conmigo porque me descubrió en el lecho con su adorable hija. Me saco en cara haberla usado para llegar a su santa hija (y era verdad, pero la hija no era ninguna santa, me enseño un par de posiciones que no había visto nunca, como El Mariscal Ecuestre) Después de una pelea verbal (a todo esto, estoy en pepas en el lecho de su hija, mientras ella se esconde tras las sabanas) me enoje y le pregunte a mi amante:

"Flaca, pregúntame quien es esta señora que me increpa tan vulgarmente"
"¿Quién es? -me pregunto tartamudeando por el susto
"¡No es NADIE!" Entonces la señora me dijo eso de los diarios. Vieja histérica. Cada vez que me acuerdo me duele el meñique izquierdo.

En fin, ahora les digo algo parecido. Para saber mi estado de ánimo en esos días, los de la historia que les quiero contar a continuación, deben leer mis diarios. Lástima que no pienso publicarlos jamás. Especialmente porque yop jamás escribí un diario.

Empezó antes, en algún bar (todo debe comenzar o terminar en algún bar. Lo dice la voz de la experiencia), pero yo tomo la historia el 31 de diciembre de 1999 como a medio día. Nuestra primera decepción. En Australia ya habían celebrado el nuevo milenio y no había pasado absolutamente nada. Yo estaba en Santiago de Chile (no me pregunten por qué) junto con mi clan. Estaba Paragua, Mocoepavo, La Chota, el Guagua Flojo y yo (que me decían El Ojos, porque en esos tiempos mis pupilas siempre estaban dilatadas). Nos conocimos en el estadio, viendo las eliminatorias para el mundial de Francia. Bueno, en realidad estábamos todos en el estadio, nos conocimos en un bar durante el medio tiempo. Ellos eran todos lanzas, y ya para el medio tiempo tenían suficiente plata así que se fueron. Yo me fui por lo de siempre, siguiendo un culo vago, que resultó ser un hombre con mini falda. Pero esa es otra historia. Con ellos comenzamos a organizar el caos que se tendría que desatar con el cambio del milenio. Queríamos aprovechar el Apocalipsis y Y2K para saquear y unirnos a los destrozos para enriquecernos. Bueno, yo no necesitaba la plata. Me uní a ellos por lo mismo que llegué a Woodstock tres días después que terminó. Es decir porque el ácido no me dejaba pensar racionalmente.

Así, el 31 de diciembre, como a medio día, y ya decepcionados, nos juntamos en una casa en construcción en Lo Curro con un arsenal a lo Hunter Thompson de drogas y alcohol y nos decidimos esperar. Mucho ácido, marihuana, éter, opio, tequila y ron después, nos renacieron las esperanzas.

Paragua mezclaba ácido con Tereré y hablaba mucho. Se quería follar a la Chota, pero ella sabía manejar el cuchillo y no lo dejó. Cuento este dato irrelevante porque es lo último que recuerdo hasta que caí en cuenta que estábamos disparando nuestros rifles (ah, me olvide contarles que teníamos rifles, metrallas y pistolas para nuestro caos organizado) hacia la calle. Eran las 10 de la noche, y El Guagua Flojo nos convenció de subir a un auto -de los muchos que había para robar en el barrio- y bajar a la ciudad para estar en el epicentro cuando se corte la luz.

No necesito decirles que no pasó nada. Claro, las luces no se cortaron nunca y nosotros manejamos por cuatro horas persiguiendo cualquier alucinación que alguno de nosotros veía (por media hora perseguimos al correcaminos en Providencia y luego nos bajamos todos del auto en Plaza Italia a hablar con las hojas en los árboles) Tampoco necesito decirles que gastamos nuestras municiones dos horas después, en alguna playa, disparándole al mar (le estábamos disparando a las Indias de Colón..., fue idea de Mocoepavo, que era el más loco). Nada pasó esa noche. No hubo caos, no se acabo el mundo, El Paragua no se tiró a La Chota y los destrozos fueron mínimos (bueno, sí quemamos una iglesia y dos autos, pero eso sigue sin ser mucho)

¿Qué habrá sido de mi clan de esa época? Esa noche los vi por última vez. Me alejé de ellos cuando aún disparaban al mar y estaba por amanecer. No notaron mi partida, ya tengo experiencia en esto de irme. Solo supe del Guagua Flojo hace poco, cuando estaba en Lima. Andaba vendiendo calendarios del 2006. Me pareció precipitado. Incluso pensé reclutarlo para vender biblias, pero decidí que ya no tenía cara de niño y su fé resultaría poco creíble. Me dio pena y le compré un calendario (bueno, le dí un billete falso y boté el calendario en el primer basurero que encontré). Creo que no me reconoció.

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