lunes, octubre 24, 2005

una historia de esas... ya sabes: de esas

El viejo del faro me contaba muchas historias. Claro, estábamos solos en aquella isla abandonada y lo única que había que hacer era jugar ajedrez con las pocas piezas que quedaban. Una torre blanca, tres peones negros y una cucaracha muerta. Eran partidos muy divertidos. Pero una vez me dio hambre, no pesqué nada y me comí la cucaracha. Esa fue la última vez que me habló el viejo. Creo que el bicho muerto estaba embalsamado, y había sido su mascota.

Una de las historias del viejo era de cuado era un muñeco de madera. Decía haber sido un muñeco de madera que le crecía la diuca cada vez que mentía, lo que lo hizo popular entre las prostitutas del barrio judío de su ciudad natal. Cuando le pregunté como había dejado de ser de madera me contestó que se cansó de que la gente le hiciera preguntas estúpidas.

No era una historia muy buena. Las otras que contaba tampoco eran muy buenas. Todas revolvían alrededor (o dentro de) las prostitutas de algún barrio judío.

Eso me recuerda a la vez que me encerré en un cuarto con luces rojas porque me creía luciérnaga. Vino a verme un psiquiatra, no porque quería curarme, si no porque pensó que era una puta. Vino con plata en mano. Pero al verme decidió ayudarme. Su primer diagnóstico fue que presentaba síntomas de esquizofrenia. Claro, finalmente le confesé que me había tomado todo el ácido de Woodstock y se fue puteando porque no se había follado a nadie.

En otro de mis episodios con el ácido me fui persiguiendo a Popeye que se había robado mi marihuana suplantándola por espinaca. Desperté en una isla con un alfil en me recto y el viejo del faro mirándome desconcertado.

Escapé de esa isla nadando. Me tomó tres semanas llegar a un puerto seguro. Me habría ahogado dos veces, pero me salvé masticando unas algas que me dieron suficientes gases para mantenerme a flote. Le dije al viejo que iba a pedirle a los vecinos una taza da azúcar para el café. A estas alturas ya debe estar frío.

¿A qué viene esta historia? Me gustan las historias. Y los hámsteres peludos. ¿No quedará algo de la espinaca de Popeye?

sábado, octubre 15, 2005

fuerzas

A los ciento 38 años volví al gimnasio. Estaba fuera de forma después de que esa tipa en la calle me dijo, si tienes tan chica tu huevada, méteme el brazo por lo menos y me lo estiró la muy arrecha tanto que se me rompió en 3 partes. Claro las recogí y como estaba tan borracho las armé al revés y me puse el codo en el homre, el antebrazo al final y los dedos en el medio. Como se imaginarán tenía una especie amorfa de extremidad con la que todos mis amigos me dejaban y me decían con un tono burlón "ahí viene el del dedo en el codo". Yo creí que era porque me hice un tatuaje en Nepal hace años que decía "yo soy el del dedo en el codo". Y bueno, claro ahí la cosa se complicó.

Bajaba entonces caminando al gym, como le dicen aquí, no se si por ahorrarse letras o si es porque siempre todos los que entran están borrachos o vienen de follarse algún animal de 4 patas que empiece con "ovej-". No sé. Al final las lanas en mi pelvis no me hacen bien.

Me sacan del estudio ahora. Para resumir, nunca me fui al puto gimnasio. Me duelen los dedos, el codo, las bolas y hasta el escroto. Qué sé yo. Los dolores siempre aparecen antes de tenerlos. Es la sensación dicen.

Wiz

sábado, octubre 08, 2005

franjas de neurón

Algunos dichos de mi tierra, hoy que es día nacional de los letreros de neón:

correr es vivir
no te enojes, solo me agarré 4 veces a tu abuelita
yo te pago el vidrio, igual la silla de ruedas no tenía frenos
creo que voy a vomitar, me prestas 5 pesos?
tengo miedo, vomitemos?
que ganas de ir a la playa, me prestas a tu abuelita?
quiero ver los lugares con nuevos ojos, estoy aburrido de la violencia
quiero ver burros violentos, estoy aburrido de las abuelitas
no te pongas lentes de sol, te pierdes la mejor parte de los amaneceres
no te pongas lentes de sol, se van los frenos de la silla de ruedas
tengo miedo de vomitar en tus lentes de sol
me prestas 5 pesos? necesito tus lentes de sol y un murciélago
quiero follarme tu murciélago con lentes de sol y fumarme un billete de 5 pesos
soy un murciélago, alguien me presta un canal de tele
quiero un cartel, soy el pasacalle mudo
vomitemos? soy el murciélago de los lentes de sol
vomitemos? soy la abuelita del murciélago

Wiz

el tolete farsante

Quickstory. Que no es la historia de cuando olía Quick para ganar plata para seguir comprando Quick y además lo hacía rápido. Estábamos los 3 jinetes cosmoespaciales en un bar del oeste en Transilvania. Había una competencia de quién olía más a estiércol y yo venía bien porque había comido un pollo la noche anterior que creo que estaba muerto desde hace como 2 años. Además tuve chance de embadurnarme en el charco de uno de los parques centrales que por suerte siempre huele a meados y da más puntos.

En el transcurso de la velada, mientras cada uno y una sacaban sus mejores recursos e historias divertidas y dolorosas, de pronto aparecen 3 salamandras disfrazadas de Bugs Bunny que piden la guita a todos los que estaban en el bar (éramos 150 imitadores de Elvis, Elvis, Marilyn Monroe, Marilyn Manson, Barnaby Jones, Charles Bronson, Sandokan, las palmas Julai y el doble del que hacía la voz de Coji Kabuto en Mazinger). Todos con sus disfrazes, rápidamente desembolsaron sus monedas en un ridículo sombrero de mago circense que los ladrones amablemente pusieron a nuestra disposición.

Una limosnita o te mato me dijo uno. Claro yo como era tan macho me mee entero y le dí 10 pesos para que me compre un calzoncillo nuevo y una personalidad. Los colmillos se me doblaron del miedo y quedé doblado como empanada napolitana. Lo cierto es que uno no está preparado para estas cosas. Al menos yo. Creo que las pocas veces que me he visto enfrentado a la muerte (como 250), he pensado lo mismo: "había alguien adentro de C3PO? Darth Vader era bueno o malo? Es malo fantasear con la princesa Leia ahora que es vieja? Mentí esa vez que me dijeron que pude armar el cubo Rubik?". Claro tantas preguntas hacen que la muerte parezca lenta, pero al final un sablazo en la yugular hace las cosas más fáciles. Y las calculadoras también.

De los 150 guardias que tenía en mi casa ahora 140 andan conmigo a todo lado. El principal problema es en los baños y en los kioskos. Esto porque yo siempre voy a uno donde Don Carlitos.. es una frutería piola al norte de Helsinki y cada vez que llego se arma el despelote porque claro, al ser 140, que es un número sagrado en Finlandia, todos empiezan a adorar a sus celulares y los prenden al cielo en señal de agradecimiento y se pone a llover. Eso todos los días. Imagínense. Cansa. El transporte se ha hecho un poco complicado y claro de no ser porque uno de ellos manejaba un auto, entonces el Mustang estaría vacío. Y ahora imagínense, 140 Marilyn, Elvis, Freddie Mercury, Freddie Kruger, Kraft Foods, Food Garden, Savage Garden, Kindergarden, etc. que estamos metidos en el Ford Mustang más apilado del mundo y uno que grita "Darth Vader era bueno o malo?". Todos lo caemos a golpes. La pregunta es entonces: mejor no me lanzaba al garrotero farsante?. Me quiero morir y despierto tirado en un charco de lodo. Justo el mismo en el que chapoteé el día anterior. Es un premio o un castigo? Qué se yo. Estoy vivo.

Wiz.

miércoles, octubre 05, 2005

Esa Época del Año

Veo que lo último que escribí fue el 18 de septiembre, feriado nacional chileno y una buena excusa para chupar. Por eso viajé a Santiago una semana antes. Quería comprar quince atados de chicha. Solo después me enteré que la chicha no la vendían en atados. ¿Qué mierdas fue lo que compré, entonces? La cosa es que trece de los atados de chicha me los fumé antes del dieciocho.

El día antes me dediqué a golpear puertas con la excusa de contabilizar las bacterias vivas en las cervezas.

-¿Cuantas cervezas tiene?
-Seis de a litro
-Bien, voy a confiscar una en nombre del fisco. Debo averiguar la fauna activa en sus botellas.

Así toda la tarde. Cuando comenzó a ponerse el sol llegaba a las casas en pelotas, con una botella vacía enchufada a mi miembro, preguntando si estaba la fauna, y si no, la flora igual estaba rica. Con ese método conseguí igual un par de cervezas, y zapato (que alguien me tiró) y unos pesos que me dieron por pena.

Del día de la farra recuerdo poco. Recuerdo que en algún momento escribí mi último post, pero la verdad no recuerdo haberlo publicado. En algún momento debo haberme entrado en alguna casa a usar una computadora. Algo recuerdo de una abuelita asustada implorándome por un gato virgen. Todo está difuso.

Luego pasaron varios días en que me vienen recuerdos esporádicos. Así como lagunas mentales, solo que las lagunas son lo poco que recuerdo. Recuerdo el taxi que me robé y empecé a recoger pasajeros en la Terminal de buses y llevarlos todos al centro de Rancagua. También recuerdo en algún momento correr desnudo por un parque, que creo que era un jardín de infantes. Otros recuerdos me incluyen sentado en un confesionario, a punto de vomitar, mientras una beata me decía que había tenido pensamientos impuros con alguien. Yo le dije que viva un poco, que se masturbe o lo viole o algo. Que si quería yo le hacía el favor.

En fin, vagos recuerdos. Finalmente desperté, después de dormir dos días enteros. Dos días y me sentía como si me hubiesen arrollado mil camiones, y olía como si todos los esos conductores se hubiesen cacado encima mío. Solo dos días. ¿Cómo debió haberse sentido Jesús que estuvo así tres días? Y pensar que en esos tiempos no había café. ¡Qué resaca debe haber tenido! Desperté pues, en un lugar conocido, pero que no tenía relación a donde tenía mi último recuerdo. Estaba botado en medio del malecón de Guayaquil. Bueno, justo a tiempo para el 9 de octubre. Que bueno que mi a mi hígado lo mató el absinthe hace ya más de un siglo.