jueves, febrero 10, 2005

Las tormentas

Parece ser que aquel sabio de Budapest tenía razón, las tormentas las llevamos adentro y tapamos las ventanas para impedir que la normalidad entre a nuestro ser. El centro del huracán somos nosotros mismos y generamos olas y olas de devastación interna que crecen infinitamente. Al final no somos sino malas copias de plagas bíblicas.

Quisiera que los hamsters sean tan sabios como mi bolsa de papitas snack mix y que las sonrisas y los abrazos desaparezcan como el polvo de las alfombras que vendía en Turquía; que las vendas ciegas sean ojos de murciélago gótico y los espejos verdes sean ojos naftálicos hirientes.

Ahora que voy con mi bastón láser por las calles de Venecia aspirando el hollín de las chimeneas y la perica de la noche anterior; ahora que no he dormido en 24 noches con sus días; ahora que busco señales ocultas en latas de leche y yoghurt natural; ahora me doy cuenta de que vago en un triángulo vicioso sin sentido, con espirales geométricas difusas que borran pensamientos en mi mente y me ocasionan visiones; oscuras y neblinescas visiones como cuando jugaba en Transilvania a perseguir monjas que luego terminé alquilando para vivir.

Y me cago en la tapa, en los esquemas y en la puta gente que los inventa a diario; me cago en los modales y en mí por seguirlos; me cago por cambiar cuando encuentro perdición; y me cago en la perdición por encontrarme a mí; la vida no es injusta sino nosotros imbéciles.

Eso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Weon, por fin estai aprendiendo a escribir, poh! Si seguii asi, voy a cambiar mi opinion de vo! si no, shao nomas

Anónimo dijo...

Magda, lo sigo pensando. Eres una puta.

Rafa.

Anónimo dijo...

Brother, siga así loko, todo bien, rico buena onda no cambies tu esencia compadre, completa tu mundo con un par de tigretones escrupulosos y listo, ok?

Todo pasando, rico buena onda.