sábado, junio 04, 2005

espejito, espejito

Cuántas veces te has visto al espejo (bueno yo no) sabiendo que lo que vas a ver no es cierto?
Cuántas veces has tenido ganas de romper tu imagen en mil pedazos porque no te gusta lo que ves? Cuántas veces te has repetido que lo que ves no es nada más una ilusión de algo que tu mente disfraza de realidad? cuánto has querido que las pesadillas no vuelvan, que sean sueños unidimensionales, invisibles. Cuánto has querido la muerte querido Nafta? Cuánto es trescientos veinte mil doscientos doce por cuatrocientos setenta y dos mil trescientos veintiocho? Bueno.. ejem...

Yo que tenía códigos. Lo indivisible pronto se separa como los continentes, y en vez de agua este globo se llena de sangre. De sangre que chorrea por las paredes, nace del piso, cae del techo en gotas gigantes que ahogan al aire y lo transforman en múltiples nodos de colores al caer. Las luces y el telón se esconden, te toca cojudo, no ves que tienes que actuar en el mundo como es debido. Escucha a los viejos, enseña a los chicos, no nose-picking, sonríe, sonríe mucho que el mundo aunque es una mierda a veces te da momentos lindos. No hay sino dos o tres de ellos, por eso sé bueno y atento, la vida siempre merece más de lo que te da. Who can actually believe in all this shit?

Me quise morir. Quise caerme mil pasos abajo, recoger las almas perdidas del sótano y salir con ellas de paseo. A mirar almas perdidas, dije. A mirar almas perdidas. La sensación es mucho peor cuando te da frío, y cuando estás solo. Las neuronas confundidas empezaron a voltear viajando en infiernos lúdicos de ángeles caídos. El plasma corroía mis tuberías y el azufre mis entrañas. El fuego ya no me quemaba, ya no sentía más.

Es posible tener el corazón seco me decía mi tía. Claro era una momia del siglo X a.C. que vivía a orillas del río Nilo. Ni-lo cuentes me dijo. Pero yo le creo a mi tía. La gente que creías a tu lado se puede ir a la mierda, y la gente que creías no estaba ahí te abre inesperadamente los brazos, para que abras el paracaídas y muestres tus alas.

Mi tía. Mi tía tenía un soldado de juguete que degollaba aceitunas para martinis. Tenía un dardo paralizante para cazadores que lanzaban dardos paralizantes. Tenía elefantes antihumo, ceniceros anticigarro, baguettes de plástico y arañas ciegas. Los perros de la muerte no pueden ser tan buenos amigos después de todo. Los perros de la muerte te muestran sus alas negras y te cubren con un manto hirviente de lava roja. Te queman paulatinamente la sangre. Los perros de la muerte con sus alas negras te quieren al final, y en medio de la canción más sombría construyen tus ojos desdibujados en la niebla con sus colmillos. Pero con el viento la niebla se va, y todo es más claro. Los sentimientos se muestran como algodones de azúcar, la sangre sigue chorreando, Icaro continúa su vuelo y ReactorPelucha también.

Los perros de la muerte tienen el corazón seco. Y mi tía también. No me gusta lo que veo. No me gusta tu presencia. No disfruto tu olor otrora infinito. No estoy aquí, espero hayas dejado el cuarto cuando salga de la cocina.

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