jueves, agosto 18, 2005

nací ayer

Historia. Iba caminando por 9 de octubre, un miércoles cualquiera a las 4 de la mañana, saqueadores saliendo de las ventanas, cocodrilos entrando, el viento silbaba a lo lejos en los vapores de los trenes a la costa y los fantasmas de los muertos corrían su típica maratón del ceviche en balde. De pronto una rubia despampanante me para en una esquina, de esas cualquiera de las 4 de la mañana y me pregunta mi nombre. Yo tiemblo del miedo y le digo Pulgarcito. Claro sacó un mazo de cocina de esos con pinchos de fierro y me destrozó la cabeza antes de que Uds. puedan decir, claro, Naftaaaaaampiroooooooooooo. No sé por qué le dije Pulgarcito, tal vez porque de chico me gustaban los cuentos y los tacos con salsa de queso. No sé. No es buena la historia.

Bueno otra mejor, caminaba un miércoles cualquier a las 3 y media de la mañana (les dije que me gusta salir a caminar los miércoles?), bueno y en eso se aparece un tiburón de la nada y me pregunta cómo me llamo. Pulgarcito le digo y claro saca una navaja y me troza como salame, me emplata en una tabla de quesos y me pone de abreboca en el Liguria.

Empezaba a notar un patrón. Pero bueno, salgo otro miércoles más, pero más pronto y claro con la mente en blanco para que si me preguntan el nombre, entonces obvio le iba a contestar la verdad. 4h05 de la mañana, me pongo mis botas de esquiar (siempre salgo en las madrugadas de los miércoles con mis botas de esquiar puestas) y camino y camino y camino como 18 horas hasta que encuentro a un vendedor de globos con helio que se había tragado el helio porque nadie le compraba los globos como en 15 años y bueno le pregunto qué le pasa, si está bien, etc. (A ratos puedo ser considerado yo), y claro me pregunta como me llamo. Yo dije, bueno, este maraco me va a hacer algo y revisé instantáneamente todas sus pertenencias en busca de armas cortopunzantes, posiciones de pelea japonesa, silbatos para perros amaestrados, luces láser de miras telescópicas, pinturas de helipuertos en las calles y hasta un machete. Pero no, entonces le respondí, Pulgarcito.

Desde entonces el pobre vendedor de helio cree que Naftampiro es Pulgarcito. Y yo tengo helio gratis para hablar chistoso.

Eso.

Wiiz.

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