lunes, agosto 01, 2005

los regalos

Me levanté hace 4 días y recordé que el día anterior no quise bajar viendo hacia arriba. Fue extraño el que la muerte no me haya seguido esa noche. Tal vez fueron las ánimas locas que pervirtieron mis pensamientos con sus alas dulces o los pestañeos imperceptibles de tus ojos mientras dormía plácidamente en mi cabaña en el lago.

Recuerdo que de chico quería estas sensaciones cada 23 viernes... 23...22.... 8... 7... 3... 2... 1... y paf! mi viejo me reventaba con el bat de baseball que se trajo de Cuba y jugábamos a desmembrar caballos al galope. El siempre me ganaba pero yo igual disfrutaba. Me enfermaba de felicidad. Recuerdo que no quería morirme (aunque ya estaba muerto) y tenía la esperanza de que los hombres y en general la vida no termine ese diá, que continúe.

Es extraño extrañar. Se han puesto a pensar cómo podemos tener ganas de estar con alguien más? Con esa persona que te hace sentir vivo, que hace que palpites a mil quinientos y que busques en tus sentidos ese sentido de la vida, el básico, el que no se cuenta. Nada más sentirlo, tener ese kernel esencial de vida nos hace querer ser viernes número 23. El sexto sentido no es el de la intuición, no es el de las minas que creen que se ganaron el sentido, es el de la vida, el más grande, el sentido cero, EL SENTIDO. Luego viene el sentido de las calles, el sentido común, el sentido pésame, el sinsentido, el re-sentido y el sentido Sempértegui que era gran tipo, pero muy putero.

Y ahora, que hacía tanto que no me sentía vivo, tal vez mañana me quiera morir. Estas sensaciones son pasajeras saben?

Wiz.

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